10 de Junio de 2013
Día Nacional de Portugal
El gallo negro (Gallo de Barcelos), salpicado de flores, circulitos de colores y corazones, es el protagonista del logo de Google de hoy en su web de Portugal, al celebrarse hoy su Día Nacional. El Gallo de Barcelos es protagonista además de una de las más conocidas leyendas del país, sus figuras se venden por todas partes y es el símbolo nacional de Portugal.
Esta es la leyenda del Gallo de Barcelos:
Sería por el siglo XIII cuando los vecinos de la ciudad llamada Barcelos, perteneciente al distrito de Braga, se alarmaron porque en su localidad, normalmente tranquila, habían asesinado a un terrateniente para robarle. Por muchos esfuerzos realizados por las autoridades, había pasado más de un mes y no habían podido localizar al asesino.
En esto que un día apareció un forastero en el pueblo, los vecinos no tardaron en sospechar de él. Era un peregrino gallego camino de Santiago de Compostela. Las autoridades decidieron apresarlo. A pesar de sus protestas de inocencia, nadie quiso creerle, de poco valió que dijera una y mil veces que era un peregrino camino de Santiago, a cumplir con su cometido religioso. Pudo más la desconfianza y finalmente fue condenado a morir en la horca.
Cuando llegó el día de su ejecución y como último deseo, el preso solicitó ser recibido por el juez que lo condenó. Se le concedió y fue llevado ante éste que se encontraba, compartiendo con unos amigos, un banquete. El condenado declaró, una vez más, su inocencia y pronunció las siguientes palabras mientras apuntaba con el dedo hacia una bandeja donde había un gallo asado, listo para comer:
"Mi inocencia es tan cierta que os puedo asegurar que este gallo asado se levantará de su bandeja y cantará si soy colgado por el cuello, sin ser culpable del crimen de que se me acusa."
Los presentes se rieron de él, sin embargo, nadie se atrevió a tocar la bandeja donde estaba el gallo asado y, mucho menos, a comerlo.
Días más tarde, cuando el peregrino fue colgado, en casa del juez el gallo asado se puso en pie, batió sus alas y empezó a cantar.
Ante este suceso, nadie dudó un instante que se había sentenciado a muerte a un hombre inocente. El Juez se apresuró a detener la ejecución pero al llegar a la plaza el pobre forastero ya pendía de la cuerda. Horrorizado por lo que había hecho el Juez ordenó que lo descolgaran y para sorpresa de todos los presentes, el que todos creyeron cadáver, después de toser varias veces, se puso de pie y recuperó la respiración. Un nudo de la cuerda había impedido que ésta se cerrara totalmente sobre su garganta. El peregrino fue puesto en libertad, siguiendo su camino a Santiago.
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