138 Cumpleaños de Howard Carter.
Howard
Carter, nació en Gran Bretaña el 9 de mayo de 1874. De salud siempre delicada, inició su
carrera como egiptólogo a los diecisiete años, cuando se incorporó al equipo de
trabajo de P. Newberry. Más tarde trabajó bajo la supervisión de sir Flinders
Petrie en las excavaciones realizadas en El-Amarna, y con E. Naville en Deir
el-Bahari. En El-Amarna se ocupó de limpiar y copiar las escenas e inscripciones
visibles en el templo.
A
partir de 1899 inició su carrera en el Servicio de Antigüedades egipcio, donde
fue inspector en jefe de las antigüedades del Alto Egipto. Tras ejercer
funciones también en el Bajo Egipto, renunció a sus cargos en 1905. En 1909 comenzó
a trabajar en la necrópolis tebana para lord Carnarvon. En los primeros años de
excavaciones, Carter descubrió cinco tumbas reales, tres de ellas asociadas con
los faraones Montuhotep, Amenofis I y Tutmosis IV, y dos vinculadas con la
reina Hatshepsut.
A
principios de la década de 1920 pidió permiso para excavar en el Valle de los
Reyes. Una vez obtenido, inició las excavaciones en una zona restringida en la
que esperaba encontrar la tumba de Tutankamón, llamado el faraón niño por la
corta edad en que subió al trono y por haber fallecido a los dieciocho años. Se
trataba de una búsqueda difícil: las pistas que habían llevado a ese lugar a
Carter y a lord Carnarvon, el mecenas que financiaba las excavaciones, eran muy
tenues, y el Valle había sido tan excavado que nadie esperaba que pudieran
encontrar nada.
En
1922, tras varias campañas infructuosas, Carter decidió excavar las ruinas de
unas casas de los obreros dedicados a construir las tumbas reales; era el
último lugar que quedaba por investigar. El 5 de noviembre de 1922, a cuatro
metros de la tumba de Ramsés II, descubrió los restos de una escalera que se
adentraba en la roca; excitado por el hallazgo, retiró los escombros que
cubrían los dieciséis peldaños hasta topar con una puerta sellada. A pesar de
la decepción inicial al comprobar que los sellos habían sido rotos por
saqueadores, procedió junto con Carnarvon a horadar el tabique que cerraba la
puerta. Su reacción ante lo que vieron sus ojos, a la luz de una vela, es ya
famosa: "Veo maravillas".
Habían
descubierto la tumba de Tutankamón, faraón de la XVIII dinastía asesinado a los
dieciocho años, en el siglo XIV antes de Cristo. Se trataba de un complejo
funerario compuesto por varias cámaras, lleno de riquezas, que guardaba el
sepulcro del joven faraón. La suntuosidad del ajuar hallado, que comprendía
joyas, armas, vasijas, muebles y hasta carros (que tuvieron que ser serrados
para introducirlos en la cámara), hace suponer que los saqueadores fueron
descubiertos antes de que pudiesen perpetrar su expolio. Si se tiene en cuenta
que Tutankamón fue un faraón poco importante y con un corto reinado, cabe
preguntarse qué maravillas no contendrían las tumbas de otros faraones mucho
más poderosos, como Seti I, Ramsés II o Amenofis III.
Lo más
excepcional del conjunto son las cuatro capillas funerarias, dispuestas una
dentro de otra; en la cuarta se hallaba un gran ataúd, en cuyo interior se
descubrieron tres sarcófagos encajados uno dentro del otro. Al romper los
sellos y abrir el último sarcófago, los expedicionarios contemplaron, por
primera vez desde su fallecimiento, el cadáver momificado del faraón, con el
rostro cubierto con una mascarilla de oro, retrato del difunto, con
incrustaciones de piedras de colores. Sobre el cuerpo vendado había depositadas
numerosas joyas.
El
descubrimiento de la tumba de Tutankamón sirvió para esclarecer numerosos
aspectos de la tradición funeraria egipcia desconocidos hasta el momento y
pronto fue considerado como un acontecimiento de primer orden no sólo en el
reducido círculo de los egiptólogos, sino por todo el mundo. De hecho, la tumba
de Tutankamón se convirtió en un verdadero fenómeno mediático, un
acontecimiento que captó la atención mundial y que dio lugar a más de una
leyenda, la más popular de las cuales fue la relacionada con una supuesta
maldición infligida sobre los miembros de la expedición y cuyo origen cabe
buscar en la muerte accidental, a las pocas semanas del descubrimiento, del
mismo lord Carnarvon.
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