24 de Septiembre de 2018
139 aniversario del descubrimiento de pinturas rupestres en las cuevas de Altamira
Google celebra en su web de: México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Colombia, Venezuela, Ecuador, República Dominicana, Bolivia, Paraguay y España, el 139 aniversario del descubrimiento de pinturas rupestres en las cuevas de Altamira.
Apodada "la Capilla Sixtina del arte paleolítico", Altamira fue descubierta en 1868 por Modesto Cubillas y sus pinturas en 1879 por el botánico aficionado y arqueólogo Marcelino Sanz de Sautuola. Está situada en el municipio español de Santillana del Mar, Cantabria, a unos dos kilómetros del centro urbano, en un prado del que tomó el nombre.
Las pinturas y grabados de la cueva pertenecen a los períodos Magdaleniense y Solutrense principalmente y, algunos otros, al Gravetiense y al comienzo del Auriñaciense, esto último según pruebas utilizando series de uranio. De esta forma se puede asegurar que la cueva fue utilizada durante varios periodos, sumando 22.000 años de ocupación, desde hace unos 35. 600 hasta hace 13.000 años, cuando la entrada principal de la cueva quedó sellada por un derrumbe, todos dentro del Paleolítico superior.
El estilo de gran parte de sus obras se enmarca en la denominada «escuela franco-cantábrica», caracterizada por el realismo de las figuras representadas. Contiene pinturas polícromas, grabados, pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras antropomorfas, dibujos abstractos y no figurativos.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. En el año 2008 se hizo una extensión de la nominación a otras 17 cuevas del País Vasco, Asturias y la propia Cantabria, pasándose a llamar el conjunto «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del norte de España».
El descubrimiento lo realizó, en realidad, su hija María Sanz de Sautuola y Escalante, de ocho años de edad. Mientras su padre permanecía en la boca de la gruta, ella se adentró hasta llegar a una sala lateral. Allí vio unas pinturas en el techo y corrió a decírselo a su padre. Sautuola quedó sorprendido al contemplar el grandioso conjunto de pinturas de aquellos extraños animales que cubrían la casi totalidad de la bóveda.
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