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martes, 8 de mayo de 2012

138 Cumpleaños de Howard Carter

09 de Mayo 2012
 138 Cumpleaños de Howard Carter.

Howard Carter, nació en Gran Bretaña el 9 de mayo de  1874. De salud siempre delicada, inició su carrera como egiptólogo a los diecisiete años, cuando se incorporó al equipo de trabajo de P. Newberry. Más tarde trabajó bajo la supervisión de sir Flinders Petrie en las excavaciones realizadas en El-Amarna, y con E. Naville en Deir el-Bahari. En El-Amarna se ocupó de limpiar y copiar las escenas e inscripciones visibles en el templo.

A partir de 1899 inició su carrera en el Servicio de Antigüedades egipcio, donde fue inspector en jefe de las antigüedades del Alto Egipto. Tras ejercer funciones también en el Bajo Egipto, renunció a sus cargos en 1905. En 1909 comenzó a trabajar en la necrópolis tebana para lord Carnarvon. En los primeros años de excavaciones, Carter descubrió cinco tumbas reales, tres de ellas asociadas con los faraones Montuhotep, Amenofis I y Tutmosis IV, y dos vinculadas con la reina Hatshepsut.

A principios de la década de 1920 pidió permiso para excavar en el Valle de los Reyes. Una vez obtenido, inició las excavaciones en una zona restringida en la que esperaba encontrar la tumba de Tutankamón, llamado el faraón niño por la corta edad en que subió al trono y por haber fallecido a los dieciocho años. Se trataba de una búsqueda difícil: las pistas que habían llevado a ese lugar a Carter y a lord Carnarvon, el mecenas que financiaba las excavaciones, eran muy tenues, y el Valle había sido tan excavado que nadie esperaba que pudieran encontrar nada.

En 1922, tras varias campañas infructuosas, Carter decidió excavar las ruinas de unas casas de los obreros dedicados a construir las tumbas reales; era el último lugar que quedaba por investigar. El 5 de noviembre de 1922, a cuatro metros de la tumba de Ramsés II, descubrió los restos de una escalera que se adentraba en la roca; excitado por el hallazgo, retiró los escombros que cubrían los dieciséis peldaños hasta topar con una puerta sellada. A pesar de la decepción inicial al comprobar que los sellos habían sido rotos por saqueadores, procedió junto con Carnarvon a horadar el tabique que cerraba la puerta. Su reacción ante lo que vieron sus ojos, a la luz de una vela, es ya famosa: "Veo maravillas".


 Habían descubierto la tumba de Tutankamón, faraón de la XVIII dinastía asesinado a los dieciocho años, en el siglo XIV antes de Cristo. Se trataba de un complejo funerario compuesto por varias cámaras, lleno de riquezas, que guardaba el sepulcro del joven faraón. La suntuosidad del ajuar hallado, que comprendía joyas, armas, vasijas, muebles y hasta carros (que tuvieron que ser serrados para introducirlos en la cámara), hace suponer que los saqueadores fueron descubiertos antes de que pudiesen perpetrar su expolio. Si se tiene en cuenta que Tutankamón fue un faraón poco importante y con un corto reinado, cabe preguntarse qué maravillas no contendrían las tumbas de otros faraones mucho más poderosos, como Seti I, Ramsés II o Amenofis III.


Lo más excepcional del conjunto son las cuatro capillas funerarias, dispuestas una dentro de otra; en la cuarta se hallaba un gran ataúd, en cuyo interior se descubrieron tres sarcófagos encajados uno dentro del otro. Al romper los sellos y abrir el último sarcófago, los expedicionarios contemplaron, por primera vez desde su fallecimiento, el cadáver momificado del faraón, con el rostro cubierto con una mascarilla de oro, retrato del difunto, con incrustaciones de piedras de colores. Sobre el cuerpo vendado había depositadas numerosas joyas.

El descubrimiento de la tumba de Tutankamón sirvió para esclarecer numerosos aspectos de la tradición funeraria egipcia desconocidos hasta el momento y pronto fue considerado como un acontecimiento de primer orden no sólo en el reducido círculo de los egiptólogos, sino por todo el mundo. De hecho, la tumba de Tutankamón se convirtió en un verdadero fenómeno mediático, un acontecimiento que captó la atención mundial y que dio lugar a más de una leyenda, la más popular de las cuales fue la relacionada con una supuesta maldición infligida sobre los miembros de la expedición y cuyo origen cabe buscar en la muerte accidental, a las pocas semanas del descubrimiento, del mismo lord Carnarvon.      

 

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